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memoriaRécord

Este término inglés significa disco grabado o, en general, grabación. ‘Disco’  (de ‘díscere’) significa en latín aprender, llegar a saber.

‘Récord’ es un apocopado de ‘recordar’, el cual proviene del verbo latino ‘recordari’ (recordar o acordarse de).

Está claro, pues, cuál es el significado de récord: se trata de algo que debe ser recordado y por eso se graba.

También se habla de ‘récords’ cuando un deportista supera una marca, o cuando cualquier otra persona logra una hazaña inesperada, o alcanza un éxito memorable. En estos casos tales eventos deben ser grabados para recuerdo.

Pero algo digno de recordar es algo que mueve nuestro afecto o sentimiento. Por eso, cuando se quiere que un alumno aprenda una ‘lección’, el profesor procura motivarlo adecuadamente, es decir, atraerlo con incentivos, que sienta cariño (o interés) por lo que va a aprender y le apetezca grabarlo. Los ingleses acuñaron la acertada expresión ‘to learn by heart’ (aprender de corazón) por  ‘aprender de memoria’.

Sabido es que, desde antiguo, se ha relacionado el afecto o sentimiento impulsor con el corazón. Así  se dice ‘te lo digo de todo corazón’, o ‘tales personas no tienen corazón’, etc. En latín, ‘de corazón’ se dice ‘cordis’ (en griego ‘kardías’, y poéticamente ‘kerós’). Los términos ‘cordial’, ‘cordura’ o ‘querido’ tienen este origen. Pero lo tienen también ‘acuerdo’ o ‘concordia’ (conjunción de corazones o unión de sentimientos, como equivalencia), y la temida ‘discordia’ (desacuerdo, o diversidad de sentimientos e intereses). También se asocian con ‘corazón’ el  interior o la parte de central de algo, especialmente cuando se refiere al centro de las frutas; en gallego, por ejemplo, se llama ‘carozo’ al interior de la mazorca del maíz, una vez desgranada.

Todo esto justifica la teoría que preconiza un aprendizaje global, es decir, un saber conseguido desde todas las instancias que participan en su consecución. No parece acertado intentar enseñar nada a partir del razonamiento puro (Lógica). Es conveniente recurrir a la salsa afectiva (la razón con la sazón), para evitar así que la comida se convierta en medicina o en un deber desagradable por la falta total de apetito (‘anorexia’). La manía de los análisis drásticos impide, con frecuencia, alcanzar la necesaria síntesis; se ‘ven’ los detalles pero no se disfruta del espectáculo del conjunto. Separar razón y sentimiento, como si nada tuvieran que ver, o incluso como si fueran contrarios, es un craso error.

Buscar la sintonía, el acuerdo o la simpatía para evitar desacuerdos o discordias. Pero, curiosamente, la lucha por los ‘récords’ no suele favorecer la consonancia, sino más bien el enfrentamiento e incluso la trampa.

Por Juan Verde Asorey