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Del indoeuropeo ‘leis-’  (surco, vestigio, huella) derivan los verbos latinos ‘liro’ (arar, seguir la línea recta), y ‘deliro’ (romper los surcos, salirse de línea). Por tanto, delirares, literalmente, desviarse de la línea, o zigzaguear rompiendo los surcos y sus correspondientes prominencias intermedias. Lo que, metafóricamente, pasó a significar desvarío, locura, paranoia.

La palabra latina lira indica la elevación o promontorio que se forma cuando el arado desplaza  la tierra al excavar el surco. El buen trazado  de los surcos suele producirse cuando se realizan en perfectos paralelos. Por eso, la imagen de la lira, instrumento musical, surge de  su semejanza  con un conjunto de  surcos perfectamente alineados en el campo por el agricultor.

Por todo ello, delirar significa arar mal, deshacer los surcos, pero invadiendo lo ya arado, y destrozando, por consiguiente,  las liras…  Quien delira, metafóricamente, se salta les leyes de la Lógica, se sale de las normas morales, y hasta puede pasar por alto el cumplimiento de las leyes civiles. Parece que el delirante ‘legal’  guarda cierta relación con la delincuencia, ya que el verbo latino delinquo, del  que proviene delinquir, significa faltar, dejar, perder, haciendo referencia al hecho de abandonar las normas, de dejarlas a un lado, de saltarlas, y carecer, por ello, de un criterio social básico de conducta.

Publicado originalmente por Por Juan Verde Asorey en el blog Más allá de la noticia del Diario Hoy el 3 de julio de 2003