Estamos asistiendo a una nueva reforma de la educación. La llamada LOMCE  que el Gobierno ha mandado al Parlamento tiene escasas virtudes. Ha sido contestada desde el primer borrador y  los sucesivos que se han ido conociendo  no han hecho nada por mejorarla.

Pretende eliminar la Ética. Perpetra la aniquilación de la filosofía dejando en opcionales  migajas el contacto que los alumnos puedan tener con los fundamentos para una completa formación y las bases que les proporcionen un acercamiento crítico a la realidad. Una ley educativa que elimine un ciclo completo de enseñanzas filosóficas, que los profesionales de esta materia estiman en tres cursos y que no  respete el principio de especialidad, no está justificada sino es la ceguera o en la obtusa mirada de quienes desprecian la educación y priman intereses alejados de ésta.

Que no se proporcione la oferta educativa adecuada a los alumnos, que se les hurte la posibilidad de acceder a la formación en los valores del universo filosófico va en detrimento de toda la sociedad que albergará sujetos desprovistos de un poso racional y de una escasa capacidad crítica. Unos sujetos más fácilmente manejables pero, infinitamente más pobres en un sentido inmaterial.

Una Ley que, además de contestada políticamente y con la comunidad educativa puesta en pie, conlleva efectos colaterales devastadores. No solo pierden los alumnos. Si se eliminan de esa manera salvaje horas de filosofía, está en cuestión también el  trabajo de los docentes y, finalmente su extinción de los planes de estudio en las Universidades  como opción de futuro. Si no se les ha proporcionado contacto con ella resultará difícil elegirla. Parece una jugada maestra desde el punto de vista de los que ignoran que una sociedad y los individuos que la conforman no pueden prescindir de los constructos necesarios para habérselas con la realidad que le sea deparada y en la que pueda discernir desde un criterio bien formado.

FIRMADO:TOMASI PÉREZ FLORES.
Estudiante de Lógica en la UNED
y secretaria de la PDFex