El mejor negocio en el que puede embarcarse un Estado
«El más importante y principal negocio público es la buena educación de la juventud», PLATÓN
La construcción de la polis no es meramente urbanística o económica; se necesita, además, para que se considere como tal, una convivencia y una continuidad social y política, indispensable para el mantenimiento, desarrollo y progreso de la misma, y ese hilo conductor que preserva las tradiciones y sustenta el sistema, a la vez que lo enriquece y lo transforma, no puede ser otro que la educación, un negocio cuyos resultados y logros no pueden verse sino a largo plazo, como el producto de la suma de esfuerzos de toda la comunidad, de cuya implicación depende el éxito de esta empresa de futuro.
Pero educar no consiste en adoctrinar, en formar personas sumisas en la aceptación de cualquier contenido, opinión o sistema que perpetúe el statu quo y sus privilegios sin más, sino que consiste, sobre todo, en proporcionar los elementos y las herramientas de análisis y de crítica necesarios para discrepar con coherencia y para superar y mejorar, si cabe, lo que hay.
Producir ciudadanos libres, críticos y capaces de desarrollar su profesión adecuadamente y con perspectiva de servir con eficacia a la comunidad en la que viven y en la que se han formado, devolviéndole en alguna medida lo que de ella recibieron, es el mejor negocio en el que puede embarcarse un Estado, dado que es la garantía, no sólo de su continuidad sino de su mejora.
En estos tiempos en que la educación se ha convertido en el caballo de batalla político y social a causa de una ley impuesta sin consenso, es el momento para pensar que la educación, como la sanidad o los servicios sociales, nunca pueden ser entendidos por los que gobiernan el Estado como un negocio lucrativo, sino como un servicio para el provecho de la colectividad con la que se han comprometido aquellos que voluntariamente han decidido dedicarse a la administración del mismo a través de la política y, por tanto, a garantizar la pervivencia, cuando no el perfeccionamiento, de lo que es de todos.
Y en la congruencia y cohesión de ese sistema educativo juega un papel importante el pensamiento, la filosofía, como análisis de lo que hay, como búsqueda de sentido y de valores que permitan establecer una línea significativa en la producción de técnicas y de conocimientos, y sirva, además, de guía para establecer objetivos y principios que orienten la actividad política, económica, cultural y social de la polis hacia una mejora constante del modo en el que se pueda desarrollar la convivencia sin apelar a la fuerza, a la imposición o al abuso de poder, aunque éste se haya conseguido a través de las urnas.
Escrito por Joaquín Paredes Solís