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Los ejemplos que atraen

Ejemplo: Suele decirse que los ejemplos atraen, provocan su imitación. Claro que habrá que diferenciar entre los buenos y los malos ejemplos, y también habrá que aclarar qué se entiende por buenos y por malos.

Etimológicamente parece que todo ejemplo es ‘bueno’ para quien lo sigue, ya que esta palabra significa tomar (comprar) algo de entre otras cosas u otras opciones. Proviene del término indoeuropeo ‘eghs‘ (fuera) y la raíz ‘em-‘ (tomar), de aquí deriva el prefijo latino ‘ex-‘ (sin, fuera de) y el verbo ‘emo‘ (comprar). En participio neutro se dice ‘émptum‘, y de su unión saldría ‘ex-emptum‘ (exémplum, ejemplo). Se trata pues de sacar (o apartar) para uno lo comprado, de quedarse con lo tomado.

Raimundo de Miguel relaciona ‘emo’ con el griego ‘emós‘ (mío, mi), como indicando que lo que se compra se convierte en propiedad de quien lo adquiere. Hay conductas humanas que se han tomado por modélicas, según los valores utilizados como criterio. Éstas son las que pertenecen a la vieja sentencia latina que dice: «Verba movent, exempla trahunt» (las palabras incitan, los ejemplos arrastran). Según esto, las palabras tienen menos capacidad de emocionar que los ejemplospero es claro que las palabras son mejores para argumentar que los ejemplos. El ejemplo depende de cómo es recibido, de modo que puede producir rechazo o reclamo, según los intereses y disposición de cada cual (obrante e imitador). En cambio las palabras sólo pueden rechazarse, razonablemente, mediante refutación.

Mucha gente elige ejemplos ‘malos’ para justificarse: ¡No voy a ser el único tonto! ¡No soy yo solo! ¡Otros son peores! Los ejemplos ‘buenos’ son más exigentes, por eso tienen menos éxito, porque se actúa más por emociones que por convencimiento lógico (crítico), más por intereses que por argumentos. Sin embargo, el modelo emotivo no es el ‘mejor’, porque puede convertirse en esclavizante. Además quien imita está condenado a la depresión, si decide querer hacer o repetir lo que sólo otros saben hacer de una forma excelsa. Tal es el caso de los modelos religiosos: Cristo y los santos. El imitador quiere hacer las mismas cosas (heroicidades, milagros), en cambio el razonador (el crítico) es más lógico porque lucha por ‘valores‘. No es lo mismo el ‘cielo’ que la ‘salud’, un ‘negocio’ que la ‘amistad’, ganar en el ‘combate’ que ser ‘justo’. Porque no se puede dejar de luchar por la salud, la amistad o la justicia, aunque uno fracase de vez en cuando, mientras que el cielo puede esperar y de los negocios se puede encargar otro, deviniendo nuestro empleador.


Juan Verde Asorey